Con
frecuencia el medio ambiente ha sido contemplado como una restricción a las
actividades económicas. Sin embargo, actualmente puede ser considerado como un
sector económico pujante, con oportunidades de negocio para iniciativas
privadas y públicas mediante el desarrollo de la economía de los servicios
ambientales que son consumidos por la ciudadanía.
El desarrollo sostenible
satisface las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las
generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades. Así, el
desarrollo sostenible reconoce las interdependencias entre la gente y su
entorno, persiguiendo una armonización entre el medio ambiente, la sociedad y
la economía. Para que el desarrollo sea sostenible debe ser ambientalmente
sano, socialmente justo y económicamente viable.
La conservación de los
ecosistemas y la biodiversidad tiene una gran importancia para el bienestar de
la sociedad, a través de la prestación de diferentes servicios ambientales y
comerciales. Sin embargo, la pérdida de biodiversidad es una preocupación bien
fundamentada para la mayor parte de la población y una prioridad para los organismos
internacionales.
Indudablemente, una de
las causas que favorecen la pérdida de los valores ambientales se deriva de su
no integración en la economía.
La Convención de la
Diversidad Biológica de la ONU recomendó en 2010 a los gobiernos que extiendan
la contabilidad nacional convencional integrando los bienes y servicios de los
ecosistemas naturales.
La Unión Europea
pretende que los ecosistemas y los servicios ambientales sean identificados y
evaluados, calculando su valor económico y promoviendo la integración de ese
valor en los sistemas de contabilidad nacional de los países antes del año
2020.
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