El cambio climático es considerado
como el mayor reto para la humanidad en el siglo XXI. El calentamiento de la
Tierra no es ya una amenaza, sino una realidad con la que convivimos y que
tiene como consecuencias: el ascenso del nivel del mar, más fenómenos
meteorológicos extremos, la extinción de especies, la destrucción de
ecosistemas, la acidificación de los océanos y el impacto en la sociedad y en
la economía global. Está demostrado que la mayor parte del calentamiento global
se ha dado en los últimos 35 años, coincidiendo con el aumento de la emisión de
gases de efecto invernadero por parte del hombre, entre los que se encuentra el
CO2.
La Convención Marco de la ONU define
el "cambio climático" como un cambio del clima atribuido directa o
indirectamente a la actividad humana que altera la composición de la atmósfera
mundial y que se suma a la variabilidad natural del clima observada durante
períodos de tiempo comparables.
La lucha contra el Cambio Climático es
uno de los principales objetivos de las políticas a nivel europeo, nacional y
autonómico. Para ello, es necesario evitar la concentración progresiva de gases
de efecto invernadero en la atmósfera, reduciendo las emisiones y aumentando su
absorción.
España aprobó la Estrategia Española
de Cambio Climático y Energía Limpia Horizonte 2007-2012-2020 y suscribió los
acuerdos de la COP 21 de París. En ambas estrategias se proponen políticas de
mitigación y adaptación articuladas mediante el Plan Nacional de Asignación y
el Plan Nacional de Adaptación al Cambio Climático respectivamente.
La actual Estrategia de Cambio
Climático de Extremadura 2013-2020 permite actualizar la Política de lucha
contra el cambio climático para adaptarla al nuevo contexto nacional e
internacional. En ella se expresa la necesidad de gestionar adecuadamente los
sumideros naturales y prevenir los incendios.
Por ello, la protección del medio
ambiente y la declaración de sumideros de carbono puede suponer una valiosa
contribución a la lucha contra el cambio climático, desde Extremadura, y una
oportunidad para el reconocimiento y la valoración de los servicios ambientales
que proporciona el campo extremeño.
Según la Convención Marco de las
Naciones Unidas sobre Cambio Climático, un sumidero es “cualquier proceso,
actividad o mecanismo que absorbe o elimina de la atmósfera un gas de efecto
invernadero, un aerosol o un precursor de un gas de efecto invernadero”.
Las formaciones vegetales actúan como
sumideros a través de la fotosíntesis, el proceso por el que las plantas
capturan la energía de la luz del sol, absorbiendo y fijando el carbono
atmosférico en sus estructuras. Es un proceso que se traduce en la captación
del dióxido de carbono de la atmósfera y emisión de oxígeno a la atmósfera.
Esta captura de CO2 contribuye a reducir la concentración de los Gases de
Efecto Invernadero de la atmósfera, y por lo tanto, a mitigar el cambio
climático.
La Ley 2/2011, de 4 de marzo, de
Economía Sostenible prevé que las Administraciones Públicas establezcan un
sistema de incentivos a los sumideros de carbono y un sistema de compensación
de emisiones mediante dichos sumideros.
La consideración de los bosques y
pastizales como sumideros de CO2 debe ser una oportunidad para que las zonas
arboladas de la región cuenten con ingresos extra para el mantenimiento y
mejora de dehesas y montes con problemas de baja rentabilidad. En el contexto
del Mercado del Carbono, los propietarios y gestores de terrenos arbolados,
públicos o privados, pueden obtener créditos de derechos de carbono, que son
comprados por las empresas que emitan gases de efecto invernadero.
De este modo, la implantación de
iniciativas de sumideros de carbono en fincas privadas y públicas de
Extremadura, puede constituir un aporte significativo para la gestión
sostenible de las dehesas y explotaciones agrarias, la conservación de la
biodiversidad y la lucha contra el cambio climático.
El campo extremeño necesita herramientas
que permitan activar su bio-economía mediante la generación de recursos
económicos que ayuden a la conservación, mejora y mantenimiento de su
excepcional riqueza en biodiversidad. Y por ello, los sumideros de carbono
ligados a las políticas de defensa de la dehesa, y potenciación de la
biodiversidad a través de los bancos de conservación de la naturaleza,
permitirán a los propietarios tanto públicos como privados unir criterios y
objetivos en la lucha contra el cambio climático y la no pérdida neta de
biodiversidad.
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